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El final de las vacaciones suele suponer un momento de inflexión en nuestras vidas. Por un lado hemos tenido la suerte de descansar unos días pero por otro lado nos preguntamos, ¿ha sido suficiente? Hay trabajos que suponen un gran desgaste físico y/o mental y cuesta hacer un reseteo para volver con ganas.
Quizás tengas la sensación de no haber descansado durante tus vacaciones o sientas angustia por el simple hecho de pensar en la vuelta al trabajo. Puede que ya hayas tenido vacaciones y te encuentres con las mismas sensaciones, pensamientos y emociones que tenías antes de disfrutarlas. Esto puede ser debido al síndrome postvacacional, que consiste en una serie de signos y síntomas como la falta de motivación, la apatía, la falta de energía, la sensación de tristeza e incluso puede aparecer ansiedad y dificultades para dormir. Estos síntomas aparecen con la vuelta a la rutina tras un periodo de descanso vacacional y suele durar aproximadamente 15 días.
Durante las vacaciones habitualmente nos alejamos del estrés del día a día, dejamos de despertarnos con alarmas, de someternos al estrés de la ciudad, al tráfico, a las exigencias del trabajo, de la casa, del día a día. Con la llegada de septiembre toca retomar todas esas obligaciones, incluido el organizar la “vuelta al cole” de tus hijas/os en caso de que los tengas, o la tuya propia.
Hay muchas maneras de afrontar el síndrome postvacacional. Desde Ave Fénix Psicología y Transformación te proponemos el siguiente decálogo:
1. Vuelve poco a poco, sin exigirte en exceso, y poniendo límites a las exigencias externas.
(Autor desconocido)
En nuestro vídeo de presentación, ya hablamos brevemente de por qué elegimos vincular nuestro proyecto profesional al Ave Fénix. Hoy queremos detenernos en su simbolismo y en la conexión con un concepto que nos resulta muy útil para trabajar en terapia: la resiliencia.
El Ave Fénix es un animal arquetípico, un mito milenario compartido curiosamente por muchas culturas en distintos momentos históricos. Un ser mágico, del que la mayoría, tenemos una idea, o una referencia, o nos evoca algo.
Un ave poderosa que renace, en llamas, de sus propias cenizas ¿Qué nos sugiere?
Ya en el ámbito de la psicología occidental, el propio Carl Jung lo consideraba un arquetipo por el poder de su simbolismo: En su fuego conviven la creación y la destrucción, la vida y la muerte.
El mito nos habla del fuego, del poder de renacer de las cenizas, pero una cualidad menos conocida del Ave Fénix es que sus lágrimas son curativas. Este mito ancestral, ya nos muestra la importancia de soltar presión: las lágrimas pueden curar.
En Ave Fénix Psicología, este ser mágico, nos sugiere sobre todo transformación, renovación, cambio, movimiento y libertad en forma de alas, pero lo elegimos sobre todo por su conexión con la resiliencia.
¿Y qué es la resiliencia? ¿Qué implica esa palabra tan repetida en medio de un mundo en pandemia o, simplemente, en un mundo que gira rápido imponiendo una realidad en constante transformación?
El concepto de resiliencia proviene de una propiedad que tienen algunos materiales de volver a su forma original tras haber sido deformados (Tras exponerse por ejemplo al fuego…). A un nivel más humano, nos habla de la capacidad de “sobreponerse” a entornos hostiles o situaciones complicadas. Pero vamos más allá, no se trata de “resistir” ni de aguantar, se trata de ser flexible, de permitirse caer, de transformarse , de evolucionar.
El origen del concepto de resiliencia en psicología
El primer autor que empleó este término fue John Bowlby, el creador de la teoría del apego, pero fue Boris Cyrulnik, psiquiatra, neurólogo, psicoanalista y etólogo, el que dio a conocer el concepto de resiliencia en el campo de la psicología en su bestseller “Los patitos feos”.
Si volvemos al imaginario popular, las imágenes o metáforas más asociadas a la resiliencia, tienen que ver con una “fragilidad llena de fortaleza” , como la imagen de un junco que se dobla con el viento, pero que difícilmente se quiebra, o una delicada flor que atraviesa el duro asfalto, para crecer.
Las personas resilientes, se caracterizan por muchas y diversas características pero muchas tienen que ver con la aceptación (Ojo! no necesariamente resignación): Aceptar que no siempre se recoge lo que se siembre, que la vida a veces es horriblemente injusta y reconocerlo es la única forma de avanzar. Aceptar no es resignarse, es dejar marchar, liberar, cambiar la senda o crear una nueva cuando no existe.
El Fénix renace de sus cenizas, pero para eso, tiene que dejar morir una parte de sí misma, tiene que detener su vuelo, arder (quizás de rabia, quizás de tristeza), dejar que el fuego de las emociones negativas le atraviese y de su fuerza, de su calor y de su energía emerja el cambio. ¿Nos resuena? El Ave Fénix nos inspira esa fuerza que nace de permitirse ser vulnerable, de permitirse quemar etapas, de convertirnos en nuestras propias cenizas para renacer. A veces nos resistimos al cambio, porque nos aterra, “dejar de ser”, y la energía se nos va en esa resistencia, en creer que si soltamos el equipaje que hemos arrastrado hasta aquí, dejaremos de “ser”: nuestra identidad se ve amenazada. Pero no siempre es así, el Ave Fénix se despide de sus plumas y abraza las llamas, porque en el cambio está su esencia.
¿Esto significa que hay que limitarse a aceptar el dolor, para luego resurgir como un Fénix? ¿Si no soy capaz de “dejarme caer” o de “aceptar” lo que ha pasado , estoy haciendo algo mal?
No literalmente, el dolor existe y a veces es paralizante, el trauma emocional también existe y en este caso, no siempre permite avanzar. Ser resiliente también implica saber cuándo pedir ayuda, a nuestra red de apoyo y soporte, pero también a veces a profesionales con entrenamiento para desbloquear el trauma, y dar paso a la resiliencia.
Siguiendo con las metáforas, un trauma psicológico implica una fractura (como cuando se rompe un hueso), algo ya no vuelve a estar como antes, o al menos, no vuelve por sí solo. Un hueso puede soldar, pero para que lo haga bien, tiene que ser apoyado en el proceso, recolocado, sostenido por un elemento externo como es la escayola. Lo mismo con el trauma emocional, se sellará mejor con acompañamiento cercano y a ser posible profesional.
Pero incluso cuando hablamos de trauma, hay buenas noticias: el grado más elevado de resiliencia nos lleva al concepto de “crecimiento postraumático”. El crecimiento postraumático podría definirse como: Un cambio psicológico positivo experimentado como resultado de las adversidades u otros desafíos para alcanzar un nivel más alto de funcionamiento vital. Es decir, en algunos casos, la adversidad puede ser un camino de crecimiento.
El fuego puede hacer resurgir al Fénix con más fuerza, con más belleza, con más sabiduría.
Todo es un proceso y un camino, que es más fácil con apoyo y acompañamiento, los recursos de la resiliencia a veces están dentro, pero a veces están fuera: en la familia, en las relaciones cercanas y sanas, y en ocasiones pasan por un acompañamiento profesional cercano que empuje ese resurgir.
Como Ave Fénix Psicología, ponemos el foco en buscar y hacer emerger esas estrategias de resiliencia que todas las personas tenemos. Los síntomas indican la necesidad de un cambio, las estrategias resilientes nos dan la pista de por dónde puede empezar esa transformación, cuáles son los apoyos que podemos potenciar.
¿Y tú ? ¿Has resurgido alguna vez como una auténtica Ave Fénix? ¿Estás en proceso? ¿Conoces tus claves para la resiliencia?
Haruki Murakami
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